English Version: Healing our rejection
Usando una resonancia magnética, los investigadores universitarios descubrieron que el dolor emocional asociado con el rechazo es tan real como el dolor físico.
En 2011, el grupo liderado por el profesor asociado de la Universidad de Michigan, Ethan Kross, estudió a 40 personas que recientemente habían pasado por una ruptura romántica en los seis meses anteriores. Todos los participantes elegidos mencionaron haber sentido sentimientos intensos de rechazo debido al final de la relación.
Las 40 personas fueron sometidas a dos pruebas relacionadas con el dolor emocional que sentían por el rechazo y el otro dolor físico real.
En la primera prueba, los sujetos del estudio vieron una imagen de su ex y se les pidió que pensaran en la ruptura. En la segunda etapa, los dispositivos térmicos se unieron a sus brazos que crearon calor el equivalente de café caliente.
Cuando las 40 personas pasaron por estas y otras pruebas comparativas, los investigadores monitorearon su actividad cerebral usando MRIs.
Los investigadores descubrieron que los sentimientos de rechazo provocaban actividad neuronal en la misma área del cerebro donde la gente sentía dolor físico. En otras palabras, la angustia emocional es tan real como el dolor físico.
Hablando en nombre del grupo, Kross dijo:
“Descubrimos que poderosamente inducen sentimientos de rechazo social que activan regiones del cerebro que están involucradas en sensaciones de dolor físico”.
Experimentamos el rechazo de muchas maneras y éstos pueden tener un impacto serio en nuestro bienestar. Podría ser el trauma emocional asociado con el divorcio o simplemente ser pasado por alto para una promoción.
Podría ser el rechazo de compañeros de trabajo o compañeros de clase de la escuela o incluso creyendo que sus padres favorecieron a otro hermano sobre usted. El rechazo podría ser décadas de edad, pero todavía puede tener un asimiento en usted.
Y Dios está muy preocupado por sanarnos del dolor emocional asociado con estos episodios de rechazo.
En Mateo leemos:
16 Y al atardecer, Le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con Su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos, 17 para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías cuando dijo: “El tomo nuestras flaquezas y llevo[a] nuestras enfermedades.” (Mateo 8:16-17 NBLH)
Es un verso inusual porque el versículo separa dos tipos de enfermedades “enfermedades” y “enfermedades”. La palabra griega para enfermedades ‘nosous’ es la palabra típicamente usada para describir enfermedad o enfermedad.
Sin embargo, la “enfermedad” (astheneia griega) describe algo diferente. Se refiere a las “debilidades” y puede describir las debilidades asociadas con una discapacidad física (Lucas 13: 11-12), pero la palabra también se refiere a la timidez, la falta de confianza o el miedo en situaciones sociales.
El apóstol Pablo usó la palabra para describir su temor – inseguridad o falta de confianza – acerca de su visita a la iglesia de Corinto:
3 Estuve entre ustedes con debilidad y con temor y mucho temblor, 4 y mi mensaje (mi palabra) y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, (1 Corintios 2: 3-4 NBLH)
¿Por qué estaban allí esos temores? Simplemente el apóstol temía el rechazo.
Note cómo dice en Mateo que Jesús tomó nuestras debilidades. La palabra significa recibir o quitar y para que esto suceda, tenemos que dar nuestra debilidad a Cristo.
Cómo hacemos esto?
Les damos a Jesús perdonando a los que nos rechazaron.
Fuente: